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Al maestro con cariño: Sidney Poitier

Los homenajes de Hollywood y otras partes del mundo no tardaron en llegar en masa tras la muerte del actor pionero e ícono cultural Sidney Poitier ocurrida este pasado 6 de enero, el anuncio lo realizó el ministro de Relaciones Exteriores de Bahamas.

Poitier, quien fue el primer actor negro en ganar el Premio de la Academia por un papel protagónico y el primero en ser una potencia de la taquilla, tenía 94: “A lo largo de 80 años, Sidney y yo reímos, lloramos e hicimos tantas travesuras como pudimos. Era realmente mi hermano y mi socio al tratar de hacer este mundo un poco mejor. Definitivamente hizo mi mundo mucho mejor”, comentó el Actor Harry Belafonte, en un comunicado.

Por su parte, Denzel Washington señaló: “Fue un privilegio llamar a Sidney Poitier mi amigo. Era un hombre gentil y abrió puertas para todos nosotros que habían estado cerradas por años. Que Dios lo bendiga y a su familia”.

Así mismo, Oprah Winfrey publicó en Instagram: “Es mi honor haberlo amado como mentor. Amigo. Hermano. Confidente. Maestro de sabiduría. El más alto reconocimiento y elogio para su tan magnífica, gentil y elocuente vida. Lo apreciaba enormemente. Lo adoraba. Tenía un alma enorme que será estimada por siempre”.

El mundo de la política también se hizo presente en este adiós al histrión: “A través de sus papeles pioneros y singular talento, Sidney Poitier encarnó la dignidad y la raza, revelando el poder de las películas para unirnos más. También abrió puertas para una generación de actores”, dio a conocer el expresidente Barack Obama en la red social Twitter.

Los honores a Sidney Poitier no son para menos, fue un precursor para los derechos de actores de raza negra en Estados Unidos.

Poitier fue galardonado con el Oscar en 1964 por “Lilies of the Field”. Pocos astros del cine, negros o blancos, tuvieron una influencia como de Poitier dentro y fuera de la pantalla. Antes de Poitier, quien era hijo de agricultores de tomate bahameños, ningún actor negro había tenido una carrera como actor principal o podía hacer que una película fuera producida por su poder como astro. Antes de Poitier a pocos actores negros se les permitía salirse de los estereotipos de sirvientes temerosos o artistas alegres. Antes de Poitier, los cineastas de Hollywood pocas veces intentaban contar la historia de una persona negra. El ascenso de Poitier reflejó los profundos cambios en Estados Unidos en las décadas de 1950 y 1960. A medida que las actitudes raciales evolucionaban durante la era de los Derechos Civiles y las leyes de la segregación eran anuladas, Poitier era el actor a quien recurría la industria cautelosa para historias sobre el progreso. Era el convicto negro prófugo que se hace amigo de un prisionero blanco racista (Tony Curtis) en “The Defiant Ones”. Era el oficinista galante que se enamora de una chica blanca ciega en “A Patch of Blue”. Era un trabajador en “Lilies of the Field” que construye una iglesia para un grupo de monjas. En uno de sus grandes papeles de teatro y cine, era un joven padre ambicioso cuyos sueños chocan con los de otros miembros de su familia en “A Raisin in the Sun” de Lorraine Hansberry. Los debates sobre diversidad en Hollywood inevitablemente llevaban hacia la historia de Poitier. Con su rostro atractivo e impecable, su mirada intensa y su estilo disciplinado, fue por años no solo el más popular actor negro, sino el único.

Poitier alcanzó la cima en 1967 con tres de las películas más notables: “Al maestro, con cariño” en la que interpretaba a un maestro que se gana a sus estudiantes rebeldes en una secundaria de Londres; “Al calor de la noche” como el determinado detective de la policía Virgil Tibbs; y en “¿Sabes quién viene a cenar?” como un doctor que desea casarse con una mujer blanca que conoce recientemente y cuyos padres eran interpretados por Spencer Tracy y Katharine Hepburn en su última película juntos.

Los propietarios de los cines nombraron a Poitier el astro número uno de 1967, era la primera vez que un actor negro encabezaba la lista. En 2009 el presidente Barack Obama, cuyo mandato era a veces comparado con los logros de Poitier, le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad y dijo que el actor “no sólo entretuvo sino que iluminó... revelando el poder de la pantalla para unirnos”. Su atractivo también le trajo las dificultades que enfrentaron otras figuras históricas como Jackie Robinson y el reverendo Martin Luther King Jr.

Fue objeto de la intolerancia de los blancos y acusaciones de falta de lucha por parte de la comunidad negra. Poitier era mantenido, y se mantenía, con estándares por encima de sus colegas blancos. Se negaba a interpretar cobardes y tomaba personajes, especialmente en “Guess Who’s Coming to Dinner”, de una bondad casi divina. Desarrolló una personalidad sólida y resuelta, ocasionalmente humorosa, cristalizada en su más famoso diálogo “¡Me dicen el señor Tibbs!” de “In the Heat of the Night”.

“A todos aquellos que no ven nada de valor cuando me miran y entonces niegan mi valor, a ellos les digo ‘no estoy hablando sobre ser tan bueno como tú. Aquí me declaro mejor que tú’”, escribió en su libro de memorias, “The Measure of a Man” publicado en el 2000.
Cabe señalar que la fama no evitó que Poitier enfrentara racismo y condescendencia. Tuvo trabajos para encontrar una casa en Los Ángeles y fue seguido por el Ku Klux Klan cuando visitó Mississippi en 1964, no mucho tiempo después de que tres trabajadores por los Derechos Civiles fueran asesinados ahí. En entrevistas los periodistas solían pasar por alto su obra y le preguntaban en cambio sobre raza y asuntos actuales.

“Soy un artista, estadounidense, contemporáneo”, dijo molesto durante una conferencia de prensa de 1967. “Soy muchas cosas así que deseo que ustedes me den el merecido respeto”. Poitier no se involucró políticamente como su amigo y contemporáneo Harry Belafonte, lo que llevó a ocasionales conflictos entre ellos. Pero participó en la marcha de 1963 en Washington y otros eventos por los Derechos Civiles y como actor se defendió y puso en riesgo su carrera. Se negó a firmar promesas de lealtad durante la década de 1950 cuando Hollywood estaba en contra de supuestos comunistas, y rechazó papeles que le parecían ofensivos.

“Casi todas las oportunidades de trabajo reflejaban la percepción estereotípica de los negros que había infectado toda la consciencia del país”, recordó.

“Yo no tenía la capacidad de hacer esas cosas. No estaba en mí. Había elegido usar mi trabajo como un reflejo de mis valores”. Las películas de Poitier solían ser sobre triunfos personales en vez de temas políticos más amplios, pero el clásico papel de Poitier, de “In the Heat of the Night” o “Guess Who's Coming to Dinner” era el de un hombre negro de tal decencia y compostura -Poitier se volvió sinónimo de la palabra “dignificado”- que se granjea a los blancos que se oponen a él. Su carrea en el cine se redujo a finales de la década de 1960 cuando los movimientos políticos, negros y blancos, se volvieron más radicales y las películas más explícitas.

Actuó con menos frecuencia y dio menos entrevistas, pero al mismo tiempo comenzó a dirigir y entre sus créditos destacan la farsa con Richard Pryor-Gene Wilder “Stir Crazy”, “Buck and the Preacher” y las comedias de Bill Cosby “Uptown Saturday Night” and “Let’s Do It Again”.

Una vida de esfuerzo
La vida de Sidney terminó con adulación, pero comenzó entre penurias: nació prematuramente pesando apenas 1.3 kilos, en Miami, a donde habían viajado sus padres para entregar tomates de su finca en la pequeña Isla del Gato en las Bahamas. Dejó la escuela a los 12 años para ayudar a su familia. A los 17 se enroló en el ejército; a su regreso fue rechazado dos veces en la compañía American Negro Theater, donde logró el cargo de conserje del teatro a cambio de clases de actuación. Cuando terminaron las clases, sus compañeros pidieron que se le diera la oportunidad en una obra. Su primer trabajo fue en Broadway en la obra “Lysistrata”. En 1950 llegó a la pantalla con “No Way Out”; a partir de ese momento, su vida dio paso a la leyenda.

Poitier recibió numerosos premios honorarios, incluyendo un premio a la trayectoria del Instituto Estadounidense de Cine y un Oscar honorario en 2002, la misma noche que dos actores negros se llevaron el Premio de la Academia, Denzel Washington por “Training Day” y Halle Berry por “Monster’s Ball”.

Otras producciones donde participó incluyeron "To Sir, With Love", "Sneakers", "Little Nikita" y "The Jackal", esta última sería su última aparición en una película allá por 1997.

Descanse en paz maestro.



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